Hafez Al-Asad guió Siria por 30 años, modernizando el país a costa de una brutal represión. Cuando murió en 2000, su hijo Bashar Al-Asad, fue elegido mediante un referéndum para la presidencia. Al principio dio señales de ser diferente no actuando una fuerte represión, pero a la primera señal de disidencia restringió la libertad de expresión y cerró la economía. Después de 12 años de represión, miles de personas se echaron a la calle siguiendo el ejemplo de lo que pasó en Egipto y en Túnez. El ejército disparó contra los manifestantes: ya no había posibilidad de una resolución pacífica. Aparecieron así los primeros grupos de rebeldes armados. La guerra entre rebeldes y gobierno empezó y más de 160.000 personas murieron, de las cuales 40.000 eran civiles, 45.000 soldados del ejército oficial y 21.000 eran rebeldes. Este conflicto duró muchos años, y sigue todavía, porque los grupos rebeldes estaban mal armados, desunidos y asesinaban a civiles en nombre de la revolución, así no consiguieron derrotar al gobierno, el cual estaba apoyado por Irán y Rusia.

“Si nos hubiéramos quedado en Siria ahora estaríamos muertos” eso es lo que dice quien huye a Europa. Huyen porque no quedan más remedios, porque quieren una vida normal y feliz como la que tenían antes del conflicto.
¿Cómo huyen?

En estas situaciones hay quien se aprovecha de los más desesperados: así nace el contrabando de personas. “Los traficantes de personas son criminales” dijo Mikl-Leitner, una política austríaca, comentando sobre el desastre que vio la muerte de 71 personas asfixiadas en un camión frigorífico mientras intentaban llegar de manera ilegal a Austria. Según los datos de Frontex, para atravesar el Mar Egeo desde Turquía hasta Grecia se gasta de media 600 euros por persona (con descuentos para los niños), o hasta 2000 euros desde Libia a Italia; sin embargo, esta ruta es ahora menos utilizada porque es mucho más peligrosa.
Los riesgos de esta travesía son bastante importantes: simplemente el cansancio, el calor y el hambre actúan como obstáculos adicionales. Los barcos que transportan a los sirios desde Turquía hasta Grecia a menudo están pilotados por personas que no tienen ninguna experiencia como marineros, y aún más peligroso es el viaje en barco de Libia a Italia donde está prohibido ponerse el cinturón de salvavidas por problemas de espacio. También la travesía a pie comporta peligros, de hecho los sirios suelen seguir la vía férrea de los trenes para orientarse pero a veces, como pasó a 14 migrantes de Somalia y Afganistán, el tren los atropella y no hay nada que hacer.
Los países europeos de otra parte sufren estas masivas olas migratorias que no saben cómo gestionar y se han echado la culpa unos a otros por demasiado tiempo. Ahora hay que ayudar.
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